El abogado penalista de Murcia más prestigioso
El abogado penalista de Murcia interviene en los asuntos más complejos del país y ha recibido casi una decena de galardones en los últimos años por entidades de reconocido prestigio jurídico por su condición de abogado penalista.
Considerado por varias fuentes jurídicas, sociales y judiciales, como uno de los especialistas en Derecho Penal más relevantes del panorama nacional (si no el que más) y máximo exponente de esta rama jurídica en la Región de Murcia, vuelve este año a mantener su condición de número uno en Derecho Penal. Es algo que lo toma con cierta indiferencia, la discreción es una cualidad que le caracteriza aunque, admite, “a veces –y sin gana alguna– se hace obligado salir a la palestra para defender a un cliente que está siendo estigmatizado por los medios de comunicación. Si el justiciable debe ser juzgado en un procedimiento penal pero, a su vez, lo está siendo en los medios, se hace preciso entrar en esa doble vía defensiva”.
Ha recibido casi una decena de galardones en los últimos años por distintas entidades de reconocido prestigio jurídico, formando parte de Instituciones Jurídicas de reconocida solvencia y pasa, así, a convertirse en un letrado de difícil alcance dado el número de solicitudes que recibe a diario para que le sean encomendados asuntos penales.
Cuenta además con numerosos reconocimientos de otras instituciones ajenas al estricto mundo jurídico y con innumerables publicaciones jurídico penales pero también de otras materias como, por ejemplo, de derecho constitucional, internacional y procesal.
Rechaza asuntos más que acepta (son numerosos los importantes cargos políticos y personajes famosos a cuya defensa ha renunciado, por dinero o no, quién sabe) pero el que se pone en sus manos tiene la completa seguridad de que su asunto será llevado a cabo con la máxima diligencia y profesionalidad, con independencia del éxito del mismo que, por cierto, suele ser cumplido. Sorprende que, dado su caché que a veces –relata- acepte casos de forma casi altruista cuando aprecia lo que él denomina “verdadera injusticia jurídica”.
Experto, como ninguno, en dar la vuelta a los llamados “casos perdidos” (en su Región ya le llaman el “Abogado Ingeniero”) fuentes judiciales aseguran que se caracteriza por prestar servicios jurídicos en los que predomina la visión estratégica y calidad técnica, pero el abogado penalista murciano prefiere eludir cualquier definición.
Trabaja una media de 12 horas al día según refiere (empieza a las 7 A.M y a veces sale a las 23 P.M de su despacho) y es que, afirma, hasta que no encuentra la solución al asunto en cuestión, no descansa.
Intentado ser fichado por unos cuantos bufetes jurídicos de prestigio internacional, siempre se ha negado a ello, aduciendo que su sede está en Murcia y que es él personalmente, y no una corporación, el que quiere tratar los casos jurídicos que acepta, sin perjuicio del elenco de reconocidos profesionales que bajo sus órdenes trabajan o colaboran.
Pese tener la sede donde desarrolla su función de abogado penalista en Murcia, no sólo actúa en Alicante, Almería, Valencia o Castilla La Mancha, sino en toda España. Así, viaja, al menos una vez al mes, de una provincia de España a otra para poder prestar sus servicios aunque –admite- no lo hace en todas las ocasiones: “depende de la complejidad del concreto acto procesal”, pues supone una inversión de tiempo que va en contra de la enorme carga trabajo diario que soporta
Quizá por eso, y pese a haber tenido oportunidad de hacerlo, rechaza la impartición de docencia universitaria aunque, lo cierto, es que afirma sobre ésta que “quien quiere aprender, deberá hacerlo por su cuenta una vez salga de la Facultad de Derecho, pues allí se enseña no más de un 10% de lo que conforma cada rama jurídica”.
Casos como el de Gürtel, Malaya, Púnica, Limusa, Barraca, Novo Carthago, Cala Cortina, Umbra, Valley, Camelot, Liber, Biblioteca, Roblecillo, Lienzo, Tosca, Fraude del AVE (ADIF), Rotondas, Wallace, Canal 9, Chase, Ninnete, entre otros muchos de repercusión mediática y de relevancia privada (a los que no fácilmente se puede tener acceso, dado el carácter reservado del letrado a hacer público los asuntos en los que está inmiscuido) han sumado trayectoria y experiencias enriquecedoras, al menos en los últimos cinco años, hacia el bufete que regenta.
Hastiado de la tremenda inseguridad jurídica que afirma existente (lo que le provoca estar actualizado constantemente sobre cualquier cambio jurisprudencial) y ferviente crítico sobre la inutilidad de la Ley Penal (de la que, según afirma, es interpretada, y por tanto creada, por los jueces “a su antojo”, a veces de forma perfecta y otras escabrosa) anhela, no con cierta esperanza, que algún día el cuerpo de la abogacía pueda desempeñar su labor jurídica con unos mínimos de seguridad.
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